El nombre de Hammurabi, rey que llevó a Babilonia a su máximo esplendor, permanece indisolublemente ligado al conjunto de leyes conocido como el Código de Hammurabi, el más antiguo repertorio legislativo conservado.
Cubre las distintas facetas de la relación social y por el interés que despierta esta alusión histórica veamos algunos datos de interés. Hammurabi pasó a la historia como legislador. Su código continuaba la tradición de algunos anteriores en la región mesopotámica, sobre los que se tiene alguna noticia. Comprendía unas 200 leyes, escritas en tabletas y grabadas después en piedra para ser llevadas a distintos lugares del reino. Una de ellas fue descubierta en Irán por una misión francesa en 1901. Actualmente la columna se encuentra en el museo de Louvre. Su posterior traducción a cargo del dominico francés Vicent Scheil reveló la estructura de la sociedad babilónica, dividida en tres clases – ricos, pobres y esclavos – y regida por el rey justo, Hammurabi. Los castigos a un mismo crimen variaban según las clases, pero en general se regían por el mismo principio de «ojo por ojo, diente por diente».
Contenía las siguientes reglas básicas para prevenir defectos en las construcciones, con lo cual se puede señalar como la primera referencia hacia lo que denominamos patología estructural. 229 – Si un constructor construye una casa, pero su obra no es lo bastante resistente, y luego resulta que la casa que él ha construido se derrumba causando la muerte del propietario de la misma, el constructor será condenado a muerte. 230 – Si el derrumbamiento causa la muerte del hijo del dueño, se condenará a muerte al hijo del constructor. 231 – Si quien fallece es un esclavo del propietario, el constructor deberá indemnizarle con un esclavo del mismo valor. 232 – Si el derrumbamiento destruye la propiedad, tendrá que pagar todo lo que se destruyó. Es más, por no haber construido la casa con las debidas condiciones de resistencia de tal manera que se derrumbó, se verá obligado a reedificarla de su propio peculio. 233 – Si el constructor construye la casa, pero no remata bien su obra, de forma que se derrumba la pared, deberá levantar dicha pared por sus propios medios